miércoles, 9 de noviembre de 2011

La transmutación de los pesares



Angie Verber K:

No me interesa lo que escribes.
Ni el delirio en que te encuentras.
No me importa que me mires…
Aunque… prefiero alejarme de ti
y comer algo mientras te enfermas.


   
Tengo al universo a mi lado:
al borracho, a la prostituta, al vago, al artista, al lotero, al soldado.



Atravieso la vida entre melodías y rimas.
Entre la mirada extraña de miles de vidas.
Entre la compasión de aquellos que sobreviven los dias.




No perdamos a algunas personas.
Algunas me inspiran, algunas me lloran.
Algunas me hablan porque se encuentran solas.
Algunos pecan por ser excéntricamente maravillosas.

Estoy en el centro de este bello huracán.
Soy el centro de una simpática curiosidad.
Todos ven cuando mi carisma se asoma.
Y algunos disfrutan las melodías que salen de mi boca.




Mi espalda se lastima con cada nota,
pero vale la pena agitar mis nervios para que me oigan.
Algunos dicen que tengo talento,
que tengo que buscar en otra parte lo que merezco.
Después de tanto tiempo aun no estoy seguro
de cómo hacer que me oiga todo el mundo.
Espero gozar lo suficiente antes de volverme loco,
antes que termine muerto o desesperadamente solo.



Angie Verber K:

Volvemos a vernos.
Y vuelvo a ver que tus sentidos siguen huyendo.
Y que sigues forjando un bello desencanto
para alimentar tus poemas y tus cantos.
Eres bueno, pero a ninguna de nosotras podrás pretender.
¿Realmente crees que un niño despistado puede amar a una mujer?




Nuestra ingenuidad no es cautivante.
Solo provocamos rechazo inmediato.
Carecemos de un útil romance.
Solo para los farsantes el engaño les ha funcionado.




¿Otra vez al frente del televisor?
Olvidando lo que hoy sucedió.
Sumergiendo la mente en un frasco de formol.
Cubriendo en fantasía lo que paso.

¡Despierta y enfrenta la realidad!
No puedes lastimar a la gente así nomás.
Pretendes ser una persona normal.
Pero lo que realmente eres es un animal.

Se que cumples tus últimos deseos,
pero esa no es razón para infundir miedo.
La vida ya no esta en tu cabeza…
El verdadero flagelo apenas comienza.




Tenemos el olvido en común,
y el sonido de nuestras bocas.
Buscas el calor del sol,
y yo río dentro de las sombras.



Nunca hubo un celestial beso.
Nunca hubo una real despedida.
Nunca hubo un “te quiero”.
Nunca hubo tiempo para saber si me querías.



Clonamos a las descarriadas.
Vendemos barato el maltrato.
Este es el día para recordar a quien amas
Y para dejar por siempre el pasado.



Hasta aquí llegamos con nuestras maldiciones.
Hasta aquí mueren las amistades.
Hasta aquí llegan tus vanas bendiciones.
Hasta aquí el fin de año y las navidades.



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